“Se narra a continuación la experiencia de una persona integrante de la Comisión de Igualdad de Horuelo y ha querido compartir con todas nosotras a través de este boletín el siguiente suceso”:

En la cotidianidad de una persona  que forma parte de la Comisión de Igualdad, y justo en la Escuela Oficial de Idiomas aquella tarde fue diferente.

Entró la profesora estupefacta murmurando cosas en inglés que superaban  nuestro nivel del idioma, pero que hemos descifrado que en media hora, tenemos que coger nuestras chaquetas y salir al patio de la escuela para juntarnos con el resto.

Salimos y había un gran  círculo de gente alrededor de un par de velas. La directora de la escuela con las lagrimas en la cara, tomó la palabra explicando que se trata del asesinato machista a navajazos de nuestra compañera Tatiana y si hija Abril por parte de su marido. El minuto de silencio fue una preparación para una anterior amarga reflexión 

Tatiana iba a la misma clase que yo, salvo que ella eligió el turno de la mañana. 

Mi compañera tenía una denuncia previa por malos tratos y medidas de protección, de las que  el asesino fue absuelto hace dos meses.

Tatiana había denunciado antes pero hace dos meses sufrió una presión familiar de perdonar a su maltratador para mantener la unión familiar y sobre todo pensando en su hija Abril cuando su padre váyase a la cárcel.  Según  fuentes periodísticas la presión familiar conlleva a Tatiana a decir ante el juez que había olvidado todos los hechos anteriores para que su marido salga absuelto, declaración que le costó la vida y la de su hija.

Por otro lado la decisión de absolver al asesino teniendo ya antes una denuncia de maltrato machista es injusta, no vale tomar una decisión primordial basándose en las palabras de una mujer indefensa, presionada y entregada.

Este suceso vivido en persona demuestra lo lejos que estamos todavía de proteger a las mujeres de algunos criminales machistas, empezando desde la propia familia en este caso hasta llegar a la Justicia.