EL EFECTO MORAD EN NUESTROS MENORES

EL EFECTO MORAD EN NUESTROS MENORES

Morad El Khattouti, un chaval español de origen marroquí, de 23 años que jamás soñaba con convertirse en un cantante estrella seguido actualmente por millones de jóvenes por todo el mundo.

Señalar que Morad es el primer caso de éxito que emerge del barrio de La Florida más poblado y vulnerable de Barcelona. Allí se criaron los futbolistas Jordi Alba y Adama Traoré o, más recientemente, la cantante Gisela Quirós y el actor Omar Bentaleb. Sin embargo, no a todo el mundo le agrada la figura de Morad por su pasado y parte de su presente.

Su fama ha revolucionado a muchos jóvenes entre ellos, menores y exmenores de Al-Amal que le adoran porque les da una identidad. El impacto de Morad en los jóvenes transciende y va más allá del mundo de la música, llegando a formar un sentimiento de pertenencia. El pasado mes de junio, durante su actuación en Ciudad Real un grupo de chavales de origen migrante cantaron “Mama Me Dice”., imitando a Morad. El vídeo de la actuación se hizo viral en redes sociales.

Es un espejo para muchos jóvenes, pero un auténtico trastorno para muchos padres y muchos profesionales que trabajamos con jóvenes, pero no entendemos cómo, de repente, un chaval de un barrio obrero ha podido absorber y atrapar a niños y niñas que de la noche a la mañana cambian su comportamiento, su forma de ser, se encierran en sus habitaciones, crean grupos de Wassap, comparten información, siguen paso a paso la trayectoria artística de Morad, su referente número uno, haciendo caso omiso a las normas impuestas por el personal educativo en distintos centros residenciales.

Él mismo ha reconocido en varias entrevistas que tuvo una infancia sufrida y un pasado complicado. Una realidad que, tal como ha explicado, a veces obliga a recurrir a “hacer las cosas mal” para poder sobrevivir: “Por mucho que tengas, que sepas que vienes de la clase obrera, donde el pan se busca y ya está, no hay nada más. Solo vivimos para eso y cuidar de la familia el día de mañana. Para lograrlo, puedes hacer el mal para llegar al bien. O hacer el bien para llegar a un bien mejor”.

La complicada situación de Morad durante su adolescencia le llevó a ingresar en un centro de menores cuando tenía 12 años. “Mi experiencia fue mala. Veía mucho daño a los chavales, los dejaban mal… Como yo he salido cantante otro podría haber sido otra cosa. Éramos muchos con futuro ahí”, confesó en una entrevista para El País.

La música le ha servido para escaparse de una vida mala; de hecho, en sus canciones refleja su experiencias y vivencias del pasado, lo que tuvo que sufrir para llegar a donde está actualmente, lo que se vive en el barrio y los relatos de sus constantes encuentros con la policía tanto en el pasado como en el presente.

Sus canciones se alejan de la sexualidad, centrándose en su mayoría en las dificultades para salir adelante, el trapicheo con las drogas, los abusos policiales, la lealtad entre amigos (“no queremos chivatos”) o el racismo institucional, del que ha tenido ejemplos en el colegio, al alquilar piso y al abrir una cuenta bancaria, relatan sus allegados. “La policía piensa que estoy contra ellos, pero no. Estoy contra los que son malos. Canto lo que mis amigos y yo hemos vivido en familia”

De hecho, su primer disco se llama M.D.L.R. acrónimo de la frase en francés “mec de la rue”, que en español significa “chaval de la calle”. “Damos voz a la gente que trabaja. A mí me escuchan muchos trabajadores humildes que cogen su furgoneta y se van a repartir y se ponen todo el día el Morad. O que van al metro a trabajar de seguridad. O de basureros”, explicó el artista en una entrevista para El Mundo.

Yo, personalmente, no sabía quién era Morad ni a qué se dedicaba, hasta que salió su nombre en una asamblea rutinaria que tuve con los menores del hogar Al-Amal durante el pasado mes de mayo. “Es un cantante marroquí de Larache muy conocido, tiene muchísimos seguidores en las redes sociales, gana dinero y tiene amigos muy famosos”, explica uno de los usuarios de hogar. Todos querían que escuchara una de las canciones de Morad. Si bien no es mi clase de música favorita, al final cedí y me pusieron una que habla de su madre y la relación tan especial que mantiene con ella. También, me enseñaron varias imagines del cantante, en todas ellas iba en chándal, llevaba una gorra y un bolso cruzado al hombro.

 
Al día siguiente, me sorprendió observar que varios menores de Al-Amal saliesen de paseo en chándal, algunos llevaban gorra y otros un bolso cruzado al hombro. En su tiempo libre no escuchaban otra cosa que las canciones de Morad y los conciertos que el cantante iba celebrando en distintos lugares de España.

Algunos miembros del equipo educativo me avisaron que los menores habían reclamado en varias ocasiones ir a un festival de música en Ciudad Real programado para el día 12 de junio y en el que participaba Morad el cantante.
Se Volvió a tener otra asamblea con ellos para explicarles que el festival musical de Ciudad Real no se contemplaba en las actividades planificadas para el mes de junio. Intentaron por activa y por pasiva justificar el porqué es importante ir a dicho concierto, llegando incluso a renunciar a otras salidas como el campamento de verano, Playa Park o colaborar con su paga semanal para comprar las entradas, entre otras cesiones. Todo con el único fin y propósito de ver a Morad.

Pese a su insistencia, mi decisión fue un NO rotundo para este festival en concreto, dejando las puertas abiertas de cara a futuros eventos parecidos. Dicha decisión tuvo poca aceptación entre los menores, aunque con el paso de los días todos los chicos se tranquilizaron, salvo el más pequeño que no se le veía convencido. Tras la reunión subió a su habitación triste y desolado. Hablé con él más tarde y se calmó.

El día 12 de junio, un domingo soleado, sobre las 16 horas recibí un mensaje de un menor del hogar comentándome que el pequeño (MA) se había enterado por las redes sociales que Morad se encontraba en un hotel de Ciudad Real, descansando y le tocaba actuar a las 18 horas en Playa Park. La noticia provocó un revuelo en el hogar, puesto que los chicos, en un principio, creían que Morad actuaba a las 23:30 horas y no a las 18 horas. Los educadores intentaron convencer a MA, pero sin resultado. Éste amenazaba con hacer cualquier cosa para ver a su ídolo.

Sobre las 16 horas, me desplazo de mi casa al hogar para apoyar a los educadores de turno. Al llegar están casi todos los menores en el comedor. Todos tranquilos excepto, MA, abrazado a un cojín, tenso y con lágrimas en los ojos. Pregunto a cada uno de los presentes y ninguno dice nada de ir al festival. Sin embargo, el pequeño se pone de pie y dice: “Yo lo único que quiero es ver a Morad. Si los educadores no me quieren llevar, puedo ir solo en el autobús con mi dinero de bolsillo. Es importante para mí ver a mi cantante favorito”.

Son las 17 horas y todavía sigo reunido con los chicos en el comedor. Viendo que MA es el que más obsesión tiene por irse a Ciudad Real, opto por hablar con todos menos con el pequeño que había subido a reflexionar en su habitación. La idea es buscar un plan B para descongestionar la situación. Al final, se acuerda entre todos (me incluyo yo) llevar solo a MA al hotel donde está instalado Morad antes de las 18 horas, para verlo salir y entregarle una canción que el director del hogar había compuesto a petición del menor unas semanas antes del evento. (ver las letras de la canción al final del documento).

Sobre las 17:15 horas partimos de Daimiel hacia Ciudad Real, llegando al hotel “Parque el Real”, donde encontramos un grupo de jóvenes esperando en la puerta y dos coches de alta gama justo en frente del hotel para trasladar al cantante al festival. MA, junto con dos compañeros del hogar, con sus gorras y sus bolsos cruzados al hombro, nerviosos y con ganas de recibir a la persona con la que sueñan todos los días.

Finalmente, MA cumple su objetivo: se saca fotos con Morad, le entrega la canción que le escribimos y sube de nuevo al furgón para volver al hogar, aparentemente contento, pero consciente del jaleo que ha montado. Con esto hemos logrado, por un lado, que el menor consiga ver a su ídolo y por otro, abortar una fuga inminente que podría haber cambiado la trayectoria de MA en el hogar, máxime, que es uno de los menores que hasta el momento ha respetado las normas del hogar, en concreto los horarios de entrada y salida establecidos en Al-Amal.